Por René Martínez
Los liderazgos se construyen en base a la confianza que se logra despertar entre las masas que se representan, en función del respeto ganado ante agremiados de Asociaciones, Colegios, Agrupaciones, ya sean sindicales o de sociedad civil.
Cuando un líder, es electo democráticamente por su gremio, es de suponer que, además de haber ganado por mayoría, debió ser por el respeto generado en su entorno, por su origen fincado en la honestidad, experiencia, transparencia y sabiduría, con una actitud positiva, siempre buscando el bien común, equitativo, siempre bajo un equilibrio que funcione, sin apetitos personales ni de grupos, como una prioridad, el bienestar del representado.
Pero siempre deberá ser dentro de la ley, cuando se convoca al rompimiento de la misma, para buscar allegarse prebendas y canongias, y se arenga al conglomerado para ser respaldado en la exigencia de beneficios, sin importar se trate de peticiones sin sustento y fuera del alcance, se corren riesgos graves, hasta de ser rebasado y desconocido en su liderazgo. Es navaja de dos filos.
Es la historia del Profe Arnulfo Rodriguez, con promesas difíciles de cumplir, logró seguidores a montones, sin responsabilidad, ofreció las perlas de la virgen y un poco más también, olvidó que para llegar a buen puerto, el timonel, comandante o capitán, debe cuidar que la nave no encalle y mucho menos se hunda, o minimo, se le organice un motín a bordo.
El conflicto magisterial, iniciado sin decir «agua va» por el profe Arnulfo y cuatro asesores revoltosos y mal intencionados que siempre alimentaron los peligrosos apetitos del vetusto líder, lograron reventar el movimiento, pasaron por alto aquello de que, «tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe».
Amenazaron, esgrimieron y tomaron como bandera el respeto, dignidad y conquistas sindicales que la administración anterior les canceló y regateó de manera ladina, y optaron por la grosería, faltando el respeto al patrón, a quien les da trabajo y sustento, ese respeto que exigen, pero que no lo dan, y se atrevieron además, a ordenar el cese de funcionarios de alto nivel, otra vez, olvidaron que está fuera de su competencia.
Entonces, entre solicitudes de despido, que obviamente, habría jamás una respuesta positiva, por lo que representaba hacerlo, y una veintena más de peticiones, que ya se están cumpliendo por cierto, se ordenó el «paro loco» educativo, perjudicando a miles de niños y niñas de Tamaulipas, pero para los «paristas», eso era lo de menos.
Al final, fueron llamados a la capital del país, y allá, reunidos todos los involucrados en el conflicto, se dio la instrucción de dejar por un lado caprichos y tonterías, el acuerdo de cumplir con los requerimientos y exigencias a los maestros sería un hecho, pero la promesa del regreso a las aulas debía darse ya, no más plantones ni paros ilegales, uno de los «requerimientos» solicitados no les cumplirían, la cabeza de la titular del ramo en el estado no sería entregada, estaba fuera de toda negociación, punto.
El desenlace, ya todos lo conocemos, Arnulfo y comitiva, al regresar de la reunión en la Capital y pretender informar a sus pares en «el plantón», éstos se inconforman y desconocen el liderazgo de Arnulfo.
En pocas palabras, Tratando de reventar al Gobernador, Arnulfo resultó ser reventado, la enseñanza que nos deja esto, es que, «El que obra mal, se le pudre el… Asterisco.
Y ahí está, que quieran o no, Arnulfo y parte de su comité firmaron el acuerdo del regreso a clases, y como enlace o representante legal del gremio es el único con personalidad jurídica reconocido, habrá de respetarse, y quien se muestre reacio a no acatarlo, tendrá que atenerse a la aplicación de lo estipulado en el contrato colectivo de trabajo que se tenga, quien falle a clases, será sancionado conforme a derecho, y no lo digo yo, lo dice la ley.