Episodio 3
¡-No se te vaya a aparecer el diablo Mague…búscate bien, yo sé que si traer dinero-! Le decía Andrés a Margarito al momento que blandía el descomunal cuchillo con su mano derecha y haciendo la finta de que con su mano izquierda le sacaba filo. ( Del episodio 2)
Asustando y pensando lo peor, a Margarito no le quedó de otra que sacar el dinerito que traía ¡-ha mira.…te juro no sabía que lo traía jajaja-¡ decía entre risa nerviosa aquél jovencito que, luego de entregarle su domingo al felón individuo, corrió y corrió hasta llegar a su casa.
Anécdotas como esa, existen muchas, sin embargo, es imposible mencionarlas una a una.
– Pero ahí les va otra –
Una tarde, después de muchos años de frustrada búsqueda de Andrés por parte de los policías de la Secreta y de grupos especiales de la corporación, El felón homicida se relajó un poco y empezó a salir más y más. Los delitos de abusos y asaltos a mano armada continuaron en los sectores aledaños a la colonia Cuauhtémoc, pero sin que nadie se atreviera a denunciar al torvo sujeto, conociendo su reacción, su destreza y su pasión por manejar el descomunal e inseparable cuchillo que como dijimos antes, afilaba diariamente utilizando una piedra de río, piedra que por cierto, cuando su casa fue vendida y demolida e su totalidad, alguien la encontró y la guarda como una verdadera reliquia.
Tal vez pensando que aquellos asesinatos cometidos y la estela de asaltos a mano armada, aunados a los múltiples abusos sexuales en agravio de inocentes jovencitos ya estaban en el olvido, esa tarde de Octubre, El Piporro se dispuso a descansar ( ¡vaya, tipo!) y se tiró en una hamaca que colgó en el porche de su casa en donde vivía con sus padres y tres hermanos.
No pasaban ni las 5 de la tarde, cuando así de bote pronto se apostaron frente a él por lo menos seis soldados armados hasta los dientes, mientras que varias unidades castrences se apostaban en lugares estratégicos cercas de la casa. Apuntándole a la cabeza y dispuestos a disparar si es que el tipo tuviera la intención o una reacción que los hiciera pensar en una negativa acción a lo que pretendían, le gritaron; ¡ Órale cabrón, levántate…ya te llevo tu chingada madre!, le dijo uno de los de la milicia.
Por supuesto, sabedor de lo que estaba ocurriendo y consciente de que con los solados no se juega, Andrés no dijo nada, solamente esbozó una siniestra sonrisa y se levantó, muy, pero muy lentamente, mientras que sus viejecitos, sin nada que hacer y entendiendo la situación, solamente se abrazaron y dejaron que el pelotón hiciera su trabajo. De aquél grandulón y ‘’valentón’’ con su cuchillo, no quedaba nada. Cuando los soldados lo desarmaron y lo inmovilizaron a punta de manotazos y culatazos, Andrés volteó hacia sus padres y empezó a chillar como un niño pidiendo que no lo golpearan..!Ya…ya…por favor, no me peguen!
El alivio fue general. Todos los vecinos descansaron al darse cuenta de la forma en que fue detenido aquél tipo que los tenía asolados, aquél sujeto que de manera impune rondaba sus casas en horas de la noche buscando cometer alguna fechoría.
El Piporro fue encarcelado en el Penal de ésta ciudad en calidad de consignado a la Agencia del Ministerio Público del fuero común bajo cargos de homicidio y violación; un abuso sexual que tenía pendiente, aunque de hecho fueron tantos los que no fueron denunciados.
Andrés fue ingresado a la celda número 4, esa celda que era la que usaban en el penal para castigar a los más peligrosos sujetos y que hoy en la actualidad, se mantiene todavía aunque ya totalmente remodelada pues es parte del edificio en donde opera una dependencia que atiende a niños.
En esos años, el ya desaparecido Lic. Eduardo Cabañas Montes era el titular de la Agencia del Ministerio Público del Fuero Común.
Bladimiro Ibarra Flores, también fallecido, era su secretario estrella y era el que hacía y disponía, es decir, el que le tomaba la declaración a los involucrados en casos delicados, como éste de Andrés Espinoza. Él por supuesto declaró al Piporro. ¡Haber cabrón…empieza a hablar ¡ le dijo Bladi, recordándole que estaban en el caso de los dos que mató en la plaza Juárez.
Así, con todo cinismo, Andrés narró que esa noche varios sujetos lo insultaron cuando estaba muy tranquilo en la plaza y pues él no podría dejarse. ¡ – yo no sé por qué pero al primero le clavaba el cuchillo en la panza y más se me venía encima, por ello le seguía dando! – señaló entre risas, evidenciando un posible retraso mental.
Por esos crímenes y una violación, Andrés fue enviado al penal de Victoria y años después fue sentenciado a pasar muchos años, sin embargo, como no hay día que no se llegue y fecha que no se cumpla, el torvo individuo…Continuará….