Hace años, el gobernador de Tamaulipas, Manuel Cavazos Lerma (MCL), tuvo problemas con el operador político, Pedro Silva Rodríguez. Éste, pensó que marcharse a los Estados Unidos, –Mc Allen, Texas, para ser precisos– dejaría con un palmo de narices al matamorense y fiel representante en nuestro estado del presidente, Carlos Salinas de Gortari.
Vivió varios meses en la vecina ciudad, como –literal– Pedro por su casa.
Y sí, se paseó por todos los cafés y restaurantes del sur del estado de la estrella solitaria.
Tomaba café en el Pancake House, en el restaurant del Holiday Inn y otros más nice.
Salió una orden de aprehensión contra Silva Rodríguez; él, ni se angustió: estaba en el extranjero y hasta allá la justicia de Tamaulipas no ejercía su poderoso brazo.
Cometió un error: despotricar contra Cavazos Lerma, y lanzar improperios contra su persona. Llegaron a oídos del matamorense, esas actitudes de quien se sentía a salvo de la ira del economista.
Dos telefonazos definieron el asunto: uno a la policía del Condado de Cameron y otro, a unos amigos de MCL que laboraban en agencias de inteligencia federales norteamericanas.
Una triste tarde –para Pedro– un grupo de desconocidos –cuatro para ser precisos–, echaron a Silva Rodríguez en la cajuela de un Gran Marquis y lo pusieron en el puente internacional de Hidalgo en donde lo esperaban agentes de la Policía Judicial del Estado –así se llamaba en esos años– quienes lo trasladaron a Victoria, en donde lo recibió un juez.
Pedro, pasó varios años recluido en el Penal de Andonegui en Tampico.
No ha sido la primera vez que la confianza traiciona a los perseguidos por la justicia o por la venganza.
Como ya se ha dicho: la Historia, es la maestra de la Política.
Makyito, al parecer se ha interesado más por la Historia de USA que por la de su terruño.
Hay que decírselo: está muy cerca del fuego, como para soplarle tan confianzudamente.