*Reto a duelo a un pistolero y……¡se le rajó!
Ese hermoso anochecer de verano, no era un día como cualquiera, era un día especial para los estudiantes de secundaria Alfredo del Mazo. En los 80s, El Bakarash, a la par con el Géminis Disco eran el atractivo principal para la juventud. Ambos – aunque cada uno con un estilo diferente – eran lo mejor para los jovenazos y los no tan jovenazos que cada fin de semana acudían para divertirse sanamente. Sin embargo, ese día solamente los estudiantes tendrían cabida en el Bakarash porque era una fiesta solamente para ellos, simple y sencillamente porque ellos mismos la organizaron para festejarse su día.
Apenas empezaba a caer la noche y ya el lugar estaba abarrotado; la alegría de los adolescentes era tanta porque presagiaban que tendrían una noche inolvidable, llena de música y por ende, de muchas emociones; las parejitas se veían por doquier dentro del establecimiento que todo mundo sabe, operaba a un lado de lo que hoy es la tienda Smart.
Los estudiante no lo notaron, pero alguien mencionó que algo se percibía en el ambiente; según él presentía que algo vendría a romper la paz y la tranquilidad, tomando como base que acá en el exterior se veía demasiada calma y eso no era común en esa parte del centro.
Pero bueno, la fiesta de los Estudiantes dio inicio.
Cuando apenas las notas de una excelente melodía, famosa en esos tiempos empezaban a sonar, varios estudiantes que estaban fuera del Bakarash arreglándose el pelo y fajándose de manera correcta, como alma que lleva el diablo empezaron a gritar y a correr al interior evidentemente asustados….. ¿ -Qué pasó…qué pasó – ? preguntaban los que estaban en la pista a sus compañeros que entraban a toda prisa.
¡Allá afuera hay un tipo empistolado y a leguas se ve que intenta meterse!, fue la respuesta que dieron algunos al que preguntaba; ¿pero quién es, qué quiere….? ¡No lo sabemos, pero es un hombre con cara de malo y toda la pinta de pistolero !
Y era verdad – los adolescentes no sabían nada del individuo que estaba frente a las puertas de la discoteca y apostado a lado de su automóvil Lincoln de color blanco, sin embargo, algunos de los guardias del lugar – dada su edad – lo supieron de inmediato y por ello intentaron cerrar las puertas porque sabían de quién se trataba y de qué era capaz en caso de hacerlo enojar o de negarle el acceso a la fiesta de los estudiantes.
-¡Es Higinio… es Higinio…métanse rápido porque vamos a cerrar! fue el grito de los guardias a todos los adolescentes.
Con aires de perdonavidas, mostrando su característico pelo, (enrizado, esponjado, caído a los hombros y peinado hacía atrás) el tipo aquél camino amenazadoramente hacía la puerta del Bakarash, dejando ver su pavorosa escuadra calibre .45 que traía enfundada en su cintura; su andar un tanto encorvado, su mirada torva, muy fija y casi perdida por el estado en que anda, Higinio Treviño semejaba en toda su crudeza al pistolero más peligroso que usted haya visto en las películas del viejo oeste.
Pero mientras Higinio tenía aterrorizados a todos los estudiantes en la Disco, allá en la comandancia de la Policía Preventiva, su Inspector LUCIANO OLVERA LÓPEZ – conocido como ‘’Chano Olvera’’ – estaba dando una entrevista a dos reporteros sobre un robo; uno de los reporteros era el aguerrido y ya fallecido IGNACIO GARCÍA MAGALLON y el otro, por supuesto que era el autor de quien esto escribe, de ahí que la crónica solamente es una más de las tantas que tenemos en nuestros archivos y que es cien por cierto verídica, es decir, narrada tal y como ocurrieron los acontecimientos hace ya muchos ayeres.
A mitad de la entrevista que el jefe de la Policía nos daba con datos pelos y señales sobre la detención de unos malandros, el repiquetear del interfón lo obligo a detener la charla para contestar….¡Como…otra vez ese hijo de la chingada… ese cabrón ya me tiene hasta la madre…! Así escuchamos Nacho y yo que casi a gritos le decía el inspector al oficial de barandilla que fue el que lo puso al tanto de lo que ocurría en la Disco.
¡Chingada madre….’ora si ya valió madre este pedo, o es él o soy yo….!, replicó.
En un momento dado, Chano Olvera volteó su mirada hacia Nacho y a mí y luego de pensarlo unos segundos, nos dijo a los dos; ‘’vénganse, acompáñenme a un asunto ya luego terminamos la entrevista’’.
Es menester mencionarles, que ni el colega ni yo sabíamos lo que estaba pasando, pero sin pensarlo dos veces decidimos acompañarlo, quien sabe a dónde – pero así de rápido intuimos que se trataba de un caso que generaría una buena nota y por ello rápidamente subimos a la patrulla del jefe de la Policía, obviamente preparando libreta, pluma y las cámaras que, en aquella época, las que más usábamos – por su uso rudo – eran las inigualables y famosas Pentax 100.
Antes de subir a la patrulla, Chano Olvera se paró frente a la puerta lado del chofer, sacó de la funda su inseparable pistola calibre .45 y la revisó de cabo a rabo; incluso, cortó cartucho, le puso el seguro y volvió a enfundarla: ¡vámonos…! nos dijo, y así, sin encender las torretas y sin dejar que ningún policía lo siguiera…’’Este asunto lo arreglo yo y nadie más’’, alcanzamos a escuchar cuando lo dijo entre labios y con cara de enfado.
De ahí de la comandancia que estaba ubicada en la esquina que conforman la calle 16 de septiembre y calle Constitución, la patrulla enfilo hacía la avenida Madero y no se detuvo hasta llegar a unos cuantos metros de llegar a la Discoteca; la unidad oficial de las Policía y el largo automóvil del pistolero quedaron frente a frente.
Fue en ese momento fue cuando mi compañero y yo comprendimos en toda su cruel crudeza de qué se trataba el asunto al que nos invitó el jefe de la policía.
Acomodándose la pistola…..continuará