José Ángel Solorio Martínez
La franquicia política más cara de Tamaulipas -por su marcada impericia y escasa funcionalidad- es el PRD. De hecho, esta agrupación, cayó en desgracia con la emergencia de MORENA en el escenario regional; la mayoría de los cuadros de izquierda que militaban en el Sol Azteca -ante la degradación producto de las nefastas negociaciones de los Cuchos- decidieron emigrar ante la irrupción del liderazgo nacional de las filas guindas capitaneadas por AMLO.
Lejos, muy lejos, quedaron aquellas refriegas políticas y sociales dirigidas por macizos líderes como Elpidio Tovar de la Cruz, Pedro Alonso Pérez, Julio César Martínez Infante, José Ortiz Rosales. Gregorio Luna Martínez, Raúl Sinencio Chavez, Rafael Rodríguez Segura, Jorge Sosa Pohl y otros.
(Sería una injusticia, no mencionar a Juan Antonio Guajardo Anzaldúa, que aportó miles de votos al perredismo y generó una fuerza inercial para su crecimiento cuantitativo y cualitativo. Con una aclaración: más que militante del PRD, el riobravense fue un aliado, un compañero de viaje, que siempre puso en el centro de su programa, el interés personal y familiar).
De esa época, ya nada queda.
Algunos residuos que se niegan abandonar los beneficios de esa decadente organización, y continúan, lucrando con aquella memorable historia; pero de presencia sociopolítica en el estado, nada; nada se ve, porque nada queda.
La más alta descomposición, del PRD, ocurrió al ponerse a la sombra, de uno de los líderes mas perniciosos de las recientes décadas: Francisco García Cabeza de Vaca. Fue la coyuntura que desdibujó al perredismo, cuya principal divisa fue considerarse y presumirse como partido de izquierda.
Cierto: lo fue.
A partir de hermanarse con el PAN, para proyectos de largo aliento, dejo de serlo.
Justo esa praxis, los divorció de un electorado que lo habían llevado a ser la tercera fuerza política del estado y a gobernar municipios tan importantes como Río Bravo, Jaumave y ciudad Madero. Con un vigoroso Grupo Parlamentario en el Congreso local, desplegó históricas batallas legislativas, que dieron lustre al Poder legislativo tamaulipeco en su conjunto.
De igual forma, decenas de regidores, aportaron destacadas contiendas desde los Cabildos y los Ayuntamientos, para costruir un gobierno municipal democrático.
El error del perredismo, fue de estrategia: se aliaron a toda costa, con lo peor del panismo tamaulipeco y lo acompañaron en su depravación nadando en un baño de lodo que aún expulsa esos hedores.
¿Quién es el dirigente del CDE del PRD en Tamaulipas?
No se sabe.
Es tan menor e insignificante ese actor, que sólo es mencionado en las firmas de los convenios que presenta el azul, ante las autoridades en tiempos de campaña electoral.
¿Quiénes forman parte del pleno del Sol Azteca en la entidad?
Se desconoce.
Es tan reducida la presencia y la influencia de la corriente amarilla y negra, que resulta deficitario para el PAN que cada contienda tiene que remolcarlo por acuerdos nacionales, debilitando una coalición regional en la cual el PRI sale perjudicado.
En efecto: el PRD, gana exorbitantes cuotas -por lo que representa en la comarca- sin pudores ni recatos.
El Sol Azteca actual, sólo puede sumar a sus aliados envilecimiento.
Debe ser mucha la necesidad del PAN y el PRI, remolcarlo a tan alto costo.
¿O será la necesidad del PRIAN, de sumar en el país a personajes de similar contextura que la candidata autoproclamada Reina de las Gelatinas?