Por José Ángel Solorio Martínez
En Tamaulipas, las corcholatas de MORENA, están en la punta de la cresta pre-electoral; las gelatinas y las chamoyadas, no levantan. Los guindos, en la arena política regional, le han dado una soberana paliza a los prianistas, que no saben si enfrentar la avalancha o regresarse a avisar que los están violentando.
De hecho, el PRIAN, se ve descabezado.
El PAN, monopolizado por la familia Cabeza de Vaca, ni se ve ni se escucha.
Con todo y que el ex gobernador, levantó la mano para la grande no ha impactado en forma relevante en la sociedad tamaulipeca; quizás el recuerdo de su pésimo gobierno, quizás por su administración represiva y vengativa, quizás el pueblo no olvida el oprobioso desdén con el cual se le trató. Todos esos factores, mixteados y licuados, estén pesando en los sueños del reynosense de ser presidente de la república.
Lo cierto, es que muy pocos tamaulipecos, han atendido el llamado del cabecismo de apoyar con su firma a CdeV para ser el abanderado del PRIAN en busca de la silla presidencial.
Es decir: ni una sola emoción, ha generado Francisco en la ciudadanía.
Lady Gelatinas, no ha venido a pedir la adhesión a los azules tamaulipecos. De verdad: muchos en el estado, están súper interesados en saber cómo vendiendo chucherías pasó a ser de indígena marginada -ella así se describe- a multimillonaria de Polanco.
Muy interesante: conocer, con qué estrategia, se transformó de una proletaria de barriada en el estado de Hidalgo, a fifí enseñoreada en Mazarik.
El discriminado a la inversa, Chago Creel, no trae con queso las gordas. Apenas le alcanza con su dieta de parlamentario plurinominal, para cubrir sus gastos de refinado monárquico, en un México donde la inflación anda por el 4.5 por ciento. ¿Tamaulipas? No; hay violencia, son unos bárbaros que pueden hacerlo blanco de la envidia por su piel clara y ojo azul.
¿Y Beatriz Paredes?
Es del PRI. O sea: anda en situación mendicante. El tricolor ya no es el de antes; ya no trae ni para los viáticos de sus precandidatos.
Más: el huipil de la tlaxcalteca, dejó de ser funcional ante la irrupción de Miss Gelatina, que capitalizó las miradas de las diferentes etnias mexicanas. El resultado: el disfraz de Xóchitl, destrozó el ineficaz look de Paredes.
Como quien dice: la encueró, toda vez que -a la malagueña- la despojó de su vestimenta.
La ex gobernadora de Tlaxcala, es guerrera; como sus antepasados tlaxcaltecas, primero muerta que derrotada: sacó de la chistera viejos trucos del tricolor, y superó en firmas en una noche a la expendedora de postres.
Doña Xóchitl, lo dice.
No son invenciones.
El pretexto de Cabeza de Vaca, de no visitar Tamaulipas, es irrefutable: anda tras sus huesos la Fiscalía General de la República, para que responda por diversos como graves delitos.
¿Y los otros precandidatos panistas?
No captaron la jugada de AMLO.
El presidente, mandó a las corcholatas a la movilización; a dinamizar la estructura partidista; a posicionar la marca; a aceitar la maquinaria y a poner en el debate nacional el proyecto de la IV T, al tiempo de ponderar lo que el PRIAN, desea para el país y los mexicanos.
Así lo han hecho.
Hasta ahora, el proceso interno de MORENA, ha sido -en términos generales- funcionalmente operativo.
Más de una veintena de eventos en la región de las corcholatas, -con la asistencia de miles de ciudadanos- han soterrado a un panismo que no acierta cómo actuar. La polémica del Libro de Texto Gratuito, la están perdiendo por su postura enfebrecida y anticientífica; la batalla tamaulipeca entre corcholatas y gelatinas, la tienen peor.
La derecha conservadora, se fue hace un año…
…y no está cercana la década en que regrese.