La gira de Sheinbaum por la frontera tamaulipeca
José Ángel Solorio Martínez
La gira por la frontera de Tamaulipas, de la candidata presidencial de MORENA, Claudia Sheinbaum Pardo, no estuvo mal; pero, sin duda: pudo estar mejor. Se notaron los estropicios dejados por el delegado del CEN del lopezobradorismo, Mario Llergo: enfriamiento con el partido de varios de sus cuadros más potentes; evidentes señales, de fracturas en la estructura partidista y la ausencia de operación política para implementar la necesaria operación cicatriz con los precandidatos caídos.
En Matamoros, la plaza estuvo a tope, como merece la presencia de la ex jefa de gobierno de la CDMX.
Y cómo sí: el alcalde Mario la Borrega López, sigue montado en su macho ante la designación de Alberto Granados como candidato a la alcaldía. Con toda la estructura bajo su control, el alcalde nadó de muertito y dejó al candidato a la alcaldía la responsabilidad de vestir el acto de Sheinbaum.
Obvio: Granados, no mueve ni a su familia.
¿Traición de la Borrega?
Está claro: sí.
Actuó como enemigo contra #esClaudia: le restó potencia a su visita y evidenció la debilidad de MORENA ante la presencia de un panismo que pretende regresara gobernar la ciudad de la mano de su circunstancial aliado, la Borrega.
La IV T, deberá poner lupa a la actividad del aún alcalde matamorense. Su conducta impropia contra el líder de la IV T en el estado, evidencia una actitud más retadora, insolente, que rupturista.
¿Quiere medir fuerzas con el Ejecutivo estatal?
Al parecer, eso es lo que intenta.
Las experiencias del pasado –desde Emilio Portes Gil hasta Francisco García Cabeza de Vaca– ilustran lo que usualmente ocurre cuando un alcalde desafía a un gobernador.
¿Para qué buscarle chiches a la gallina?
El destino de las Borregas es funesto: las trasquilan o terminan en barbacoa.
En Reynosa, nada se desbordó. Las pasiones se guardaron para mejor ocasión. Sólo que en el encuentro con la candidata Sheinbaum Pardo, afloró la inconformidad ciudadana –y la de los precandidatos estafados por el delegado Llergo–. Makyito salió a relucir por su censurable trabajo como alcalde, y por su desaseado arribo a la candidatura que le permitiría reelegirse.
Al Makyiavelito, le llovió en su milpa.
(Paradójico: los reynosenses, tienen más de tres semanas sin agua potable en sus tuberías; hecho, que llegó hasta los oídos de la aspirante presidencial).
Otro comunicador, puso al tanto a la distinguida visita, la conducta de Makyito ante la ley –ya lleva nueve citatorios de un Juez de control– y su desdén para desempeñar su trabajo: vive en Mission, Texas, denunciaron los periodistas.
Los eventos de masas, en tierra reynosense, resultaron igual de desangelados que el de Matamoros. El coordinador de los actos, resultó ser Luis Miguel Iglesias, uno de los precandidatos derrotados por Makyito; el muchacho, carece de músculo político, por lo que se le vio parir chayotes ante tan grande responsabilidad.
Esa circunstancia, no fue lo que definió el débil calado de las concentraciones.
Por principio, los cuatro precandidatos aplastados por los Makyiavélicos y el truhan Llergo se resistieron a sumar sus capitales sociopolíticos al proyecto de Maky y sus pollitos.
Luego, los candidatos al senado que actúan como adversarios –MORENA y Verde: José Ramón Gómez Leal y Maky– no iban a llevar sus huestes –y vaya que ambos manejan multitudinarios grupos– a un evento que uno u otro, presumirían ante Sheinbaum.
Algo debe cambiar MORENA en el norte de Tamaulipas.
Y urgentemente.