José Ángel Solorio Martínez
El anuncio de la coalición de MORENA-PT-PV, en la búsqueda de la presidencia de la república con su candidata Claudia Sheinbaum, de ceder el espacio para un militante hombre del PT en la fórmula por las senadurías de Tamaulipas, no dice nada relevante; y menos, impactará significativamente en la correlación de fuerzas al interior de esa tercia de organizaciones políticas en la región.
¿Pero cómo?
Efectivamente: ese anuncio y los llamados a misa, tienen la misma contextura y los mismos efectos.
La neta: si hay algarabía en el PT por esa presunta conquista para su militancia -esperamos que así sea, que ya toca a varios de sus miembros que son auténticos ejemplos de la cultura del esfuerzo-, no está del todo justificada.
Quienes tuvieron la osadía de registrarse para la senaduría por el PT, deben estar felices; están -piensan ellos- en la antesala del Senado de la república. Y cómo no: ni un solo militante petista, tiene el suficiente empaque como para pelear con posibilidades una senaduría sin la sombra vigorosa de San AMLO.
Para los desbordados optimismos del partido de Beto Anaya -salinista declarado y transgénero partidista e ideológico: mutó de radical de izquierda, a radical neoliberal- hay que darles una información relevante: hace tres años, MORENA no pudo meter en las listas plurinominales a Gerardo Fernández Noroña.
¿Cómo llegó a diputado Noroña?
Sencillo.
Muy sencillo: el PT lo registro como candidato suyo; se infiere: se impuso el peso específico de la locomotora en que está convertido MORENA.
Más claro: Fernández Noroña, se sabe, es fundador de MORENA y siempre ha tenido un trato frío con el PT y sus dirigentes, toda vez que veía con reservas las acciones de los petistas y de su principal padrino: Carlos Salinas de Gortari.
¿Es buena o mala la noticia de que el PT le corresponde la postulación del candidato a senador?
Como el mofletudo doctor Simi: es lo mismo, pero más barato.
En sentido estricto, todos ganan y todos pierden.
Pierde el ingenuo Marco Batarse, toda vez que se inscribió por el PV para la candidatura, al Senado de la república.
Creyéndose inteligente, el rapazuelo junto a sus asesores y padrinos, construyó la ilusión de convertirse en abanderado de los Verdes toda vez que en MORENA estaba en chino.
Ya vimos el resultado de la alianza: el Verde, no pintó.
José Ramón Gómez Leal, es otro derrotado. Va por MORENA en busca de su reelección. Sus padrinos, Mario Delgado y Francisco García Cabeza de Vaca, le recomendaron buscar repetir por el partido guindo.
Héctor Garza González, se inscribió por MORENA para la Senaduría. No podía inscribirse por otro partido; es el morenista histórico de Tamaulipas, más cercano al presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Varios precandidatos más, de menor calado, también fueron aplastados por las políticas de alianzas del lopezoradorismo y de Sheinbaum, que los orillaron a sumar varias rémoras para echarle bola al neoliberalismo.
Muchos damnificados.
De igual manera, todos ellos ganaron.
Total: si opera el síndrome Noroña, el PT puede registrar bajo sus colores, el candidato que decida el hegemónico MORENA.