Tamaulipas, y sus tres revoluciones
José Ángel Solorio Martínez
Tamaulipas, vivió en el Siglo XX, tres revoluciones sociales. La primera, ocurrió con el movimiento de masas armado más extenso en el Noreste mexicano -de 1910-1917-: el Ejército Libertador de Tamaulipas (ELT), capitaneado por Alberto Carrera Torres, el grupo social más amplio que acudió al llamado de Francisco I Madero, para destruir la dictadura de Porfirio Díaz el 21 de mayo de 1911; la segunda, fue el reparto agrario de Lucio Blanco en Matamoros, el 30 de agosto de 1913, en la Hacienda Los Borregos, que se constituyó en referente universal por lo que representó en un conglomerado de sociedades -en el mundo- en las cuales se había naturalizado el latifundismo rural; y finalmente: la huelga de la Compañía de Petróleo El Águila, cuyo triunfo -el 17 de julio de 1924- representó el reconocimiento legal de los sindicatos y la reglamentación del artículo 123 de la Constitución.
El general Lucio Blanco, dio profundidad ideológica al Constitucionalismo -encabezado por Venustiano Carranza- iniciando un agrarismo, el cual, hasta antes de esa fecha sólo había sido material de discursos y de diversos planes agrarios.
El reparto de la hacienda Los Borregos, encendió la esperanza de miles y miles de campesinos sin tierra y abonó en la fe de la sociedad rural para superar sus desigualdades con el fuelle de la revolución.
A partir de ese hecho, la mentalidad de la sociedad rural cambió. Justo, ese vuelco en la cosmovisión del hombre de campo, proporciona a la entrega de predios su carácter de histórico y revolucionario.
Lucio, Matamoros y Los Borregos, serían desde entonces referentes obligados cuando se tiene que hablar de la revolución mexicana y las conquistas sociales para los desprotegidos que ese movimiento social generó.
La huelga de El Águila, es la movilización del proletariado industrial mexicano, más importante en la historia del movimiento obrero nacional; y al mismo tiempo, una de las huelgas más relevantes en el escenario mundial heredado por la Primera Guerra Mundial. La relevancia de este acontecimiento, es el impacto que tuvo en las relaciones obrero patronales del país: se reconoció la existencia legal de los sindicatos, se estableció la jornada de ocho horas, se consideró salario igual a trabajo igual independientemente del genero o la nacionalidad, se prohibió el trabajo infantil, se instauró seguro de vida para el trabajador, y lo que representó un avance inusitado para la época, reparto de utilidades.
Todos esos logros -y en eso se fundamenta el triunfo revolucionario obrero- se incorporaron al artículo 123 de la Constitución.
Antes del paro de la producción petrolera en El Águila, el artículo 123, era apenas una proclama en favor de los trabajadores; carecía, de una precisión puntual de los derechos laborales: era violentando con argucias legales por los empleadores y sobre todo por las compañías petroleras extranjeras.
La gesta proletaria, dirigida por Serapio Venegas -expresión de la primera Izquierda social en Tamaulipas- es el primer movimiento obrero en favor de profundizar los logros de la revolución mexicana. Abrió expectativas para la organización sindical y dio la bienvenida a los trabajadores mexicanos, a un escenario de mayor amabilidad, arropado por la nueva letra del artículo 123.
El sindicato petrolero -expresado como una fuerza nacional en los años 30-, se perfilaría al mismo tiempo, como una herramienta de presión para las compañías petroleras y de soporte al régimen revolucionario de Lázaro Cárdenas, para concretar la Expropiación Petrolera en marzo de 1938.
La Revolución mexicana, le ha dado mucho a Tamaulipas; tanto, como Tamaulipas le ha dado a la Revolución mexicana.
De la revolución de Carrera Torres…
… hablaremos mañana martes 17 de octubre a las 5.00 pm., en el Gimnasio de la UAT en la Feria Universitaria del Libro, en Tampico, Tamaulipas.
Los esperamos.