Se cierra la pugna de MORENA y el PAN, en Nuevo Laredo
José Ángel Solorio Martínez
Algo, aún inexplicable, está pasando en Nuevo Laredo, Tamaulipas: lo que se preveía una victoria holgada y de rutina para los hermanitos Cantú Rosas, se transformó en incertidumbre y en una notable re-oxigenación para la candidata del PRIAN, Yahleel Abdala Carmona. Los buenos augurios que auto-exclamaban para su proyecto Carmen Lilia y Carlos, se están disipando.
Ese complejo e incierto territorio, al parecer, se le está escurriendo a la señora afecta a las garnachas y a su consorte que funge como el poder tras el trono en ese monumental puerto fronterizo.
¿Qué demonios pasó con MORENA en la esquina oriente de Tamaulipas?
La potente IV T, en Nuevo Laredo, marchaba con paso y ritmo triunfales.
A la prianista Abdala Carmona, se le veía muy cuesta arriba; con todo y que hace tres años arañó el triunfo –se quedó a tres mil votos de ganar la alcaldía– al iniciar la campaña este año, no exhibía fuelle como para preocupar a los candidatos guindos.
Según se percibe, muchos factores políticos de la ciudad, decidieron distanciarse de los Cantú Rosas por su sentido acaparador y centralista del poder local. Sin misericordia ni magnanimidad con sus aliados y cómplices, acapararon todo: la diputación federal y el Ayuntamiento, dejando en el camino a vigorosos aliados que no sólo se quedaron lamiéndose los bigotes, sino que decidieron actuar: arroparon a Yahleel.
Esas circunstancias, rearticularon la red de poder nuevolaredense.
Los factores que en el pasado se la jugaron a morir con la fanática de la comida chatarra, hoy están al lado de la panista.
Kilo por kilo, sin duda, la prianista tiene más tablas políticas –y talento, ni se diga– que la alcaldesa afecta a los bocadillos callejeros; esa peculiaridad que favorece a la candidata opositora, es muy probable que sea el factor que hoy está definiendo la batalla por la alcaldía.
En tanto la presidenta municipal degustadora de la vitamina T –-tacos, tortas, tlacoyos y tamales–, optó por la vida frívola y soslayó los compromisos con sus compañeros de aventuras políticas, Abdala Carmona estuvo picando piedra durante los casi tres años que ocupó la fría banca. Cierto: la abandonaron algunos grupos priistas, comandados por lo más discutible de la clase política nuevolaredense. Como también es cierto: esos personajes, representaban lo peor del tricolor del municipio; su partida lejos de dañar su movimiento, lo saneó.
El pueblo sueña con un debate entre las candidatas de MORENA y del PAN.
Se vería un extraño fenómeno en la región: la monosilábica guinda Carmen Lilia, se asemejaría más a Xóchitl Gálvez –por su deshilvanada retórica– en tanto la prianista Yahleel se parecería más a #esClaudia, por su narrativa coherente y precisa.
Por ese camino, iría ese paradójico evento.
Justo eso es lo que hoy se presenta en el escenario de Nuevo Laredo: una candidata morenista, con exceso de limitaciones y una aspirante panista con mayores recursos retóricos y de propuesta.
La marca MORENA, sigue estando maciza en la ciudad. Los Cantú Rosas, se han encargado de echarla para abajo.
En lo más profundo de la estructura partidista del lopezobradorismo de Nuevo Laredo, se responsabiliza del descenso de las preferencias electorales, de la adoradora de los tacos de trompo, a su consorte quien ha tomado los destinos de la ciudad en sus manos; lo mismo hizo con la campaña de su pareja, distanciándola de los reales entes de poder en esa micro-región.
Las señales que auguran un resultado inesperado de las elecciones del 2 de junio, son: el creciente desinterés ciudadano por el anhelo de reelección de los Cantú Rosas; el desdén de los grupos morenistas para sumarse a la campaña: han preferido promover a Claudia Sheinbaum, que andar al lado de Carmen Lilia; y la campaña de Carlos, la hace principalmente en Laredo, Texas y no en territorio mexicano.
Y lo peor para los garnacheros: el Grande Poder, –se afirma– ya no juega con ellos.