Reynosa y el vómito negro
José Ángel Solorio Martínez
El término vómito negro, se acuñó en los años setentas en la región y fue acuñado por la clase política. Significa, el regreso de los fondos, recibidos cuando la venta de una candidatura fallaba por cualquier circunstancia o el retorno de dineros mal habidos en la administración pública.
Uno de los actores que incurría en esa práctica eran los delegados del entonces todopoderoso PRI. Los operadores del CEN, arribaban a la comarca, para conciliar intereses en las pugnas internas por las candidaturas a diferentes cargos de elección popular.
Algunos precandidatos, cortejaban a esos representantes del Olimpo con presentes y con recursos. Los delegados se paseaban como entes plenipotenciarios; tenían la capacidad de construir candidaturas con el sólo hecho de avalarlas.
Al parecer, eso es lo que hizo el enviado de MORENA a Tamaulipas, Mario Llergo. Sí: una expresión de lo peor del sistema político del PRI.
En corrillos reynosenses, se asegura que los lideres lopezobradoristas, recibieron de los Makyiavélicos, una suma fluctuante entre los 50 y 100 millones de pesos por hacer candidato, hace tres años, a Makyito Peña Ortiz.
En la época del delegado Llergo, se comenta que resolvió de igual forma la candidatura a la reelección del hijazo de la vidaza de la doctora Maky.
¿Qué pasará con la caída la candidatura del presunto delincuente Makyito?
¿Y el dinerito que anda volando?
¿Habrá vómito negro?
Usualmente en política, se aplica la máxima de lo “caido, caido”.
En estricta justicia, el comandante Llergo, debería devolver lo recibido toda vez que el servicio prometido no se cumplió. Y no se concretó de la peor manera: el beneficiario no disfrutó de los servicios de gestión del mencionado individuo.
Y alguien, tiene que regresar los fajos de dólares.
En el caso, que nos ocupa: Llergo y el dirigente nacional de MORENA, Mario Delgado.
Más claro: el dinero manda; y más quien lo entrega.
Se dan milagros también en la política.
Podríamos ver la reconsideración de los morenistas y su regreso a la ética política más acendrada y a la demolición de los métodos indebidos para la elección de candidatos. Presenciaríamos, la renovación de la política y la consolidación democrática partidista en las filas guindas.
Sólo que eso, no va a ocurrir.
Lo podrido está podrido, aun volviéndolo a amasar.
Es lo que los ciudadanos tenemos: una partidocracia, descompuesta y un tanto fétida.
Por lo pronto, la sustitución del caído Makyavelito, recayó en Armando Zertuche Zuani quien desde los tiempos del PRD -cuando lo dirigía AMLO- soñaba con la alcaldía reynosense. En esa ocasión no pudo: lo derrotó Gerardo Higareda Adams desde el PRI.
Para el diputado morenista la segunda es la vencida.
Tiene todo para ganar: una marca, grandiosa -anda arriba del PAN más de 30 puntos-, una ciudad que cada día ha virado más a la izquierda y una clase política que apostaba a cualquier candidato, menos a la continuidad de los Makyavélicos.
Grande el reto de Armando.
En Reynosa, ninguna elección es fácil. Desde que se recuerda, en la ciudad le brotan obstáculos hasta al más pintado.
Las encuestas así lo dijeron: Zertuche fue el segundo en las mediciones, pisándole los talones a Makyito.
Le hizo justicia la IV T al psicólogo.
Tendrá que aplicarse para remontar los desafíos que representa tener en contra en la ciudad a una tercia tan perniciosa como ambiciosa: la Makyavélica, su consorte y su retoño.