Por Pegaso
Nunca me han caído bien los periodistas endiosados de la Capital del País, porque durante muchos, muchos años se han beneficiado económicamente del poder.
Los Dórigas, Zabludovskys, Michas, Lorets, Dressers y el resto de esa pantagruélica jauría de mercenarios del periodismo, ahora forman parte de un frente amplio que pretende dar un golpe de Estado al Pejidente ALMO.
Ahora que, el cabecita de algodón tampoco es santo de mi devoción, porque su enorme ego y terquedad nos ha arrastrado precisamente a donde estamos: Al borde de una crisis política y a la división de los mexicanos.
He leído y escuchado que desde el Gobierno se acusa a los detractores del actual régimen de ser traidores a la patria, porque reciben grandes cantidades de dinero de empresarios interesados en derrocar al Pejidente, incluyendo, algunos extranjeros, como el grupo BBVA Bancomer e Iberdrola.
En el Código Penal Federal, Libro Segundo, Título Primero (Delitos contra la Seguridad de la Nación), Capítulo I (Traición a la patria), Artículo 123, se establece que se impondrá pena de prisión de cinco a cuarenta años y multa hasta de 50 mil pesos al mexicano que cometa traición a la patria.
Y una de las modalidades se especifica en el Inciso VI que a la letra dice: “Tenga, en tiempos de paz o guerra, relación o inteligencia con persona, grupo o gobierno extranjeros o le dé instrucciones, información o consejos, con objeto de guiar una posible invasión del territorio nacional o de alterar la paz interior”.
Si se llega a comprobar que los Lorets y brozos que participan en el portal de internet LatinUS reciben lana de Iberdrola para intentar derrocar al Pejidente, entonces estaría configurándose el delito de traición a la patria.
Sabemos que ese grupo, que antes tenía grandes privilegios, ha reaccionado en defensa de sus mezquinos intereses.
Yo siempre lo dije: Se trataba de una élite de comunicadores que ganaban millones de pesos mensuales.
Veamos cuánto recibían estas ternuritas en el sexenio de Enrique Peña Nieto:
-Joaquín López Dóriga, 251 millones, 482,000 pesos.
-Enrique Krauze, 144 millones, 080,995 pesos.
-Oscar Mario Beteta, 74 millones, 571,100 pesos.
-Beatriz Pagés, 57 millones, 204,346 pesos.
-Federico Arreola, 53 millones, 578,253 pesos.
-Raymundo Rivapalacio, 31 millones, 138,703 pesos.
-Ricardo Alemán, 25 millones, 851,109 pesos.
-Adela Micha, 24 millones, 365,501 pesos.
-Luis Soto, 23 millones, 631,357 pesos.
-Pablo Hiriart, 22 millones, 149,942 pesos.
-Jorge Fernández Menéndez, 19 millones, 776,381 pesos.
-Rafael Cardona, 15 millones, 814,265 pesos.
-Guillermo Ochoa, 8 millones, 178,000 pesos.
-Francisco Cárdenas, 7 millones, 853,293 pesos.
-Eduardo Ruiz Healy, 4 millones, 242,000 pesos.
Y esa es solo la lista de los medianones. Los meros consentidos llegaban a ganar mucho más, sin contar los sueldazos e ingresos que tienen por sus colaboraciones en sus respectivos medios de comunicación, como corresponsales y editorialistas.
Ya sabemos que Carlos Loret de Mola se gana unos pinches 35 millones de devaluados pesos mensuales.
Para nadie es un secreto que, a pesar de que el actual Gobierno ha echado a patadas a toda esa bola de bandidos, se quedaron unos cuantos, los que aplauden a rabiar al Pejidente, incrustados principalmente en medios de comunicación como La Jornada.
Todo cambia para quedar igual.
No sé si el Gobierno llegue a comprobar que, efectivamente, hay un grupo de periodistas que son pagados por empresas extranjeras, lo que sí sé es que el país está a un tris d caer en la anarquía más absoluta, y que si el Pejidente es empujado a sus límites, podría convertirse en una dictadura militar.
Dejemos a un lado las especulaciones y quedémonos con el refrán estilo Pegaso: “En tan gran cantidad de ocasiones se traslada el recipiente cóncavo de boca ancha a la vertiente, hasta que colapsa”. (Tanto va el cántaro al río, hasta que se rompe)