Por Pegaso
Para los que andaban preguntando si ya vi la película “¡Que Viva México!”, del Director Luis Estrada, les diré que sí. Me aventé todo el churro. Los 191 minutos que dura.
Por principio, me pareció algo muy surrealista. Sé que se trata de una sátira política, una crítica al sistema político mexicano, pero no dejan de hacerme ruido algunas situaciones que resultan incongruentes en la vida real.
¿Cómo un individuo con educación universitaria se deja manipular por parientes burdos e ignorantes?
De la misma manera, la escenografía me recuerda la de aquellas películas del cine de oro mexicano que después sirvieron a los gringos para estereotiparnos.
Pero empecemos a desmenuzar su contenido simbólico. (Aviso de spoilers. Quien no quiera leer spoilers puede saltarse hasta donde dice: “No me gustó.”:
Pancho, el protagonista principal, representa la clase media aspiracionista. Con esfuerzos pudo tener una educación profesional, desempeña un cargo directivo en una empresa importante y sueña con llegar a ser de la clase alta.
Su esposa María y sus hijos representan el estímulo para alcanzar sus metas.
Por otra parte, los parientes pobres son el pueblo llano, ignorante y brutal. Viven al día, hacinados, comiendo frijoles con gorgojos de los que entrega el Gobierno de la Cuarta Transformación.
En la familia hay de todo. Un gay que representa la diversidad sexual, un cura que simboliza a la iglesia corrupta, un político que llegó a la Presidencia Municipal, tras una larga carrera como priísta, luego como panista y ahora subido al tren de la 4T.
También hay un artista, un traficante de drogas, una mojigata y un enjambre de niños zarrapastrosos que en esta cinta representan el futuro de México.
El patrón de Pancho, un empresario sin escrúpulos, es un fifí, neoliberal y conservador que odia al Presidente.
La trama se centra en una herencia.
Pancho no quiere ir a su pueblo de origen, “La Prosperidad”, porque conoce muy bien a su familia. Su abuelo, que era minero, muere por causas naturales y le deja una herencia.
Esto despierta su ambición y la de su mujer, así que deciden ir a aquella casería ubicado en medio de la nada. (Por cierto, la mayoría de las escenas se grabaron en Real de Catorce, un pueblo fantasma de San Luis Potosí).
María, acostumbrada a los lujos que tenía en su residencia de clase media alta, es la que más resiente el cambio, ya que les asignan la recámara del abuelo donde no hay ni sanitarios.
Tras una serie de peripecias, donde su padre, madre y parientes le van sacando dinero hasta dejarlo casi sin nada, finalmente un notario lee el testamento donde el abuelo le deja todo.
Se trata de una fortuna en piedras y monedas de oro.
Pancho se ve obligado a esconder el tesoro porque el mal reparto de los bienes provoca la ambición y el odio de su familia.
A final del cuento, Pancho es acusado de asesinato y es obligado por el Alcalde, su tío, a buscar el tesoro y entregárselo a cambio de su libertad. Sin embargo, por más que excavan no lo pueden encontrar, lo que simboliza la eterna lucha de los mexicanos por hallar el sistema de gobierno que nos logre sacar del subdesarrollo.
El Alcalde se hace de las tierras donde el abuelo buscaba una veta de oro.
En las últimas escenas, una empresa gringa se adueña de todo, porque el corrupto político había firmado un documento de cesión de derechos.
Esta es una crítica a la manera en que las grandes transnacionales han logrado apoderarse de los recursos naturales del país.
El toque surrealista es cuando Pancho y su familia finalmente se regresan a la ciudad, sin un cinco en la bolsa y sin empleo, porque excedió el tiempo que le había dado su jefe para ausentarse de su puesto.
Lo vemos como un empleado de intendencia que llega en bicicleta a su casa, toda pintarrajeada, descuidada y su esposa embarazada de un tercer hijo.
De pronto, descubre que toda su parentela, ahora desplazados del pueblo, se han instalado en su casa y ya nunca se podrá deshacer de ellos.
No me gustó. No soy muy afecto al tremendismo.
Pero de que tiene mensaje, lo tiene. Por eso molestó tanto al Pejidente ALMO, quien, por cierto sale en un cuadro de la oficina del Alcalde corrupto y en un panorámico que promueve su campaña para un segundo período del 2024 al 2030.
Termino con el refrán estilo Pegaso: “De los consanguíneos, a similitud del astro solar, en cuanto mayor distancia, superior”. (De los parientes, como del sol, mientras más lejos, mejor).