Por Pegaso
1980. Un bisoño Pegaso que se creía especialista en temas metafísicos se planta frente a un abigarrado grupo de compañeros y alguno que otro maestro que acuden curiosos a ver qué es lo que puede decir ese jovenazo flacucho, desgarbado y de pelo crespo.
Para ese entonces, ya me había chutado decenas de revistas DUDA, las cuales leía con fruición.
En cada ejemplar, un tema, casi siempre relacionado con misterios sin resolver, como los OVNIS, Pie Grande, El Monstruo de Loch Ness, las Figuras de Nazca, la Gran Pirámide o el Triángulo de las Bermudas.
Con el paso de los años fui dejando ese tipo de lectura estéril para concentrarme más en mis lecciones de Biología, Química Analítica, Cálculo Diferencial e Integral y otras que impartían en el CBTIS 7.
A la fecha, si alguien me pregunta por los OVNIS o me asegura que vio uno o que fue abducido por hombrecitos verdes, procedo a aspirar una buena cantidad de aire y después a soltar una estentórea carcajada, mientras me sobo la cavidad abdominal con ambas manos, me agacho repetidas veces y pataleo el suelo con uno de mis pies.
En mi adultez, me he puesto a pensar cómo es que los OVNIS también cambian de apariencia año con año, casi a la par de los automóviles. Como si a los aliens también les importara el estatus que proporciona manejar un OVNI último modelo.
En los años cincuenta y sesenta, eran más redondeados, grandes y con muchas luces, pero con el transcurrir de los años se han vuelto cada vez más aerodinámicos y se han diversificado. Ya no son más como sombreros o platillos volantes, sino que hay algunos que son como puros grandes, otros en forma triangular, o que se desplazan de manera vertical, según muestran las fotografías.
Y a propósito, ¿por qué siempre las fotos salen borrosas? Qué, ¿no contamos con modernas cámaras que pueden obtener nítidas imágenes desde el espacio como para que sigamos teniendo gráficas de objetos borrosos y poco creíbles?
Otra cosa. Con los vehículos actuales, a los terrestres nos tomaría meses llegar al Sol, que es la estrella más cercana a nosotros.
Si contáramos con cohetes que viajen a la velocidad de la luz, lo haríamos en apenas 8 minutos.
Ahora bien, la estrella más próxima está a 4 años luz de distancia, lo que significa que tardaríamos 4 años en llegar, si vamos a la velocidad de la luz. ¡Imagínense mis dos o tres lectores la cantidad de combustible y comida que tendríamos que llevar para aguantar los cuatro años de ida y cuatro de vuelta!
Suponiendo que hay seres con la tecnología tan avanzada para hacer viajes interestelares, las distancias entre los planetas y estrellas aún serían enormes y harían poco rentables o por lo menos, muy monótonos esos periplos.
Como Don Quijote, me regodeaba con aquellos misterios que presentaba la revista DUDA y otras por el estilo, como las Figurillas de Acámbaro.
Para quien no lo sepa, se trata de una colección de decenas de miles de figuras donde se observa a humanos conviviendo con dinosaurios, lo que resulta ridículo, puesto que ambas especies están separados por una brecha de más de 60 millones de años,-como dice el Paleontólogo Alan Grant en la primera entrega de Parque Jurásico (Jurassic Park en inglés. Estrenada en 1993. Director: Steven Spielberg. Protagonistas: Sam Neill, Laura Dern, Jeff Goldblum y Richard Attenborough.
Pero un médico alemán llamado Julsrud, que era muy travieso o muy inocente, dio a conocer un hallazgo sorprendente en un lugar cercano a Acámbaro, Michoacán.
Resulta que uno de sus ayudantes le llevó una pieza que dijo haber encontrado enterrada, e inmediatamente pensó que se trataba de la evidencia de una antigua civilización desaparecida.
A final de cuentas, resultó que el pobre Julsrud fue engañado por su ayudante, quien junto con varios de sus familiares, fabricaban las figurillas que después enterraban y que se las vendían como originales por 80 centavos.
Luego de desechar toda esa parafernalia de mentiras o verdades a medias, evito y detesto todo aquello que huela a pseudociencia.
Por ejemplo, el canal History Channel, que pretendía ser un medio para que la gente conociera los diferentes entornos geofísicos del mundo, acabó convirtiéndose en propaganda de charlatanes disfrazados de reputados científicos.
Programas como Alienígenas Ancestrales, que por su solo título debíamos mandarlo a la basura en automático, presenta “evidencias” al más puro estilo de Jaime Maussán, de la presencia de seres de otros planetas a lo largo de la historia.
“Según los teóricos de los antiguos astronautas”,-dicen como estribillo, pero sus sesudas “investigaciones” no son más que sesgados argumentos que intentan comprobar lo que ellos ya tienen como verdad, y de esa manera se alejan del auténtico conocimiento científico.
Venga pues el refrán estilo Pegaso, cortesía de Pedro Ferriz: “Una civilización nos mantiene en constante monitoreo”. (Un mundo nos vigila).