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AL VUELO-Lozoya

por Joel Cárdenas

Por Pegaso 

¡Vaya argüende el que se armó con la salidita del ex director de PEMEX, Emilio Lozoya Austin al restaurant de lujo Hunan, de la Ciudad de México! 

Según la versión, un senador avisó a la periodista Lourdes Mendoza que el citado personaje, quien debiera estar en reclusión domiciliaria, cuando menos, se encontraba cenando muy quitado de la pena en un lujoso restaurant de Lomas de Chapultepec, en la capirucha. 

Ni tarda ni perezosa, la cumplida picateclas llegó hasta el sitio, encontrando que, efectivamente, Lozoya acababa de disponer de un delicioso pato a la pekín de rechupete, con un vinillo Chianti francés. 

Lozoya enfrenta a la justicia luego de haber participado en el sonado caso Odebrech, empresa que le entregó más de 10 millones de dólares en sobornos a cambio de jugosos contratos con la paraestatal PEMEX. 

El ex funcionario accedió a proporcionar al actual Gobierno Federal pruebas en contra de otros personajes de la Administración de Enrique Peña Nieto para que todos ellos vayan a parar al frescobote. 

Pero el programa de protección a testigos no incluye que el indiciado pueda andar paseándose y gozando de la vida loca como si nada. 

El menos en Gringolandia se les coloca en los tobillos un dispositivo que emite una alerta cuando sale del arraigo domiciliario, pero aquí, por cortesía de la Fiscalía General de la República, hasta se les proporcionan escoltas y toda la cosa. 

Luego de saberse de esta escapadilla de Lozoya, las redes sociales se llenaron de memes. 

Los usuarios critican duramente al Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, por permitir tantas libertades a un personaje que debiera andar vestido con rayas negras y blancas, llevar grilletes en los pies y estar rapado a coco, en lugar de portar un caro traje Versace con zapatos Ferragamo y costosísimos accesorios, como se ve en las fotos que subió Lourdes Mendoza a su cuenta de Twitter. 

Por cierto, el pleito entre Lourdes y Emilio viene de muy atrás.  

En agosto de 2020, la periodista fue literalmente linchada en las redes sociales porque el mismo Emilio Lozoya la acusó de haber recibido un soborno consistente en un exclusivo bolso de 100 mil pesos, por parte de Luis Videgaray, ex secretario de Relaciones Exteriores y después de Hacienda, también durante el sexenio pasado. 

A raíz de lo anterior, se le conoció como “lady Chanel” (hacer click aquí para ver el hipervínculo). 

El tema representa un nuevo golpe a la Cuarta Transtornación. 

El hecho de dejar así, libre como el viento a un delincuente de cuello blanco, evidencia una serie de corruptelas, componendas y concesiones que no debieran tener cabida en un gobierno que presume de honesto. 

Pongamos el ejemplo de cualquier hijo de vecino. En tiempos de pandemia ha quedado sin empleo y cada vez se dificulta más conseguir dinero para cubrir las necesidades básicas de la familia. 

Acosado por el hambre y la desesperación, se va a una tienda y roba algo de comida para llevar a su casa: Leche, frijoles, pan, tortillas y unos chescos. 

No bien llega a la esquina, cuando se ve rodeado por una nube de policías de todos tipos: Preventivos, ministeriales, Guardia Nacional, el Ejército y grupos de élite de la Marina, quienes le apuntan con armas de grueso calibre, hasta que no tiene más remedio que rendirse. 

Al día siguiente, el encabezado en los periódicos: “Capturan a peligroso delincuente”. 

Aparte de no poder llevar el alimento a su familia, se queda con un problemón legal, ya que la condena que purgará será de varios años en un penal de alta seguridad. 

Y ahí no vale decir, como dijo Lozoya: “Bueno, si me dan chanza de quedarme en mi casita, les daré la información que quieren”. 

Porque, ni modo que vaya a echar de cabeza a su compadre Chon, o al vecino de al lado, que también están en la chilla por la terrible crisis económica en que nos ha sumido a muchos la pandemia. 

Esta asimetría en la aplicación de la justicia es lo que tiene al Gobierno Federal en la picota. 

Pero, que no panda el cúnico, como decía El Chapulín Colorado. De broncas más graves ha salido bien librado el Pejidente y véanlo ahí, vivito y coleando. 

Recordamos, por citar solo un ejemplo, la liberación del Chapito. 

Entonces, el que Lozoya se haya echado una vueltecita y degustado un pato pekín, son pelillos a la mar. No pasa nada. 

En este México surrealista, puede pasar cualquier cosa y todo sigue igual. 

¡¡¡Viva México, cabronesssss!!! 

Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “¿A qué individuo le proporcionan una hogaza elaborada con harina, agua y levadura, que prorrumpa en llanto?” (¿A quién le dan pan que llore?) 

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