Por Pegaso
Dice el viejo y conocido refrán: “Cae más pronto un hablador que un cojo”, y tiene mucho de razón; si no, vean lo que pasó con “El Bronco”, ex gobernador de Nuevo León, quien en campaña propuso que a los rateros les cortaran las manos.
Tan buenos resultados le dio esa actitud de ranchero bravucón, que los resultados se vieron en las urnas y los neoleoneses lo llevaron al Gobierno del Estado.
Pronto hubo una desilusión generalizada y “El Bronco”, que llegó por la vía independiente, empezó a comportarse como cualquier priísta o panista venido a menos.
En el 2018, cuando se postuló como candidato a la Presidencia de la República por la libre, supuestamente dispuso de una buena piscacha del erario gubernamental para financiar algunos aspectos de su campaña política y el actual Gobernador, Samuel García, entonces Senador de la República, le metió una demanda por delitos electorales.
Casi tres años después, La Fiscalía Especializada en Delitos Electorales de Nuevo León le echó el guante y lo puso tras las rejas.
Ahora la raza está pidiendo que le mochen las manos, como propuso en aquella ocasión, siendo candidato.
La moraleja de eso es que no hay que echar tanta hablada durante las campañas o cuando andamos buscando llegar a un cargo público, porque al escupir para arriba, nos puede caer en la cara.
Hubo en Tamaulipas hace seis años un candidato a gobernador que explotó al máximo la corrupción de sus antecesores y decía:
-“No solo son corruptos, sino también son malos para gobernar”.
Y se solazaba cuando gritaba, ante un enardecido público formado por simpatizantes y amigos: “¡De que se van, se van!¡De que se van, se van!”
Remataba con aquello de: “Con ustedes, sin ustedes o a pesar de ustedes, ¡vamos a ganar!”
Hoy, a pocos meses de que deje la gubernatura, sus oponentes políticos le restregan en la cara sus mismas palabras y le dicen: “¡De que se va, se va!”, “No solo salió corrupto, sino malo para gobernar!”
Como ya todos sabemos, los últimos gobernadores tamaulipecos, al dejar el cargo, han salido muy raspados o definitivamente, con problemas con la justicia.
El bailarín Manuel Cumbiazos Lerma, terror de las quinceañeras, jamás explicó a dónde se fue toda la lana que se gastó en el proyecto del Canal Intracostero, que jamás se hizo. Si bien la libró por un pelito, ya no se puede parar en ningún sitio público sin que alguien se le quede mirando feo, como preguntándole: “¿Y dónde está la lana, pinche chaparro?”
Una compañera periodista platicaba a otra, en aquellos años: “Cuando Cumbiazos baila contigo, te mete la pierna en el burro”. Lo que no sabía es que esa compañera se dedicaba a la crianza de ganado caballar.
De Tomás Yarrington Ruvalcaba, “La Tommy”, ya sabemos cómo le fue. Después de andar prófugo por varios países del mundo, le cayeron los de la Interpol como a Juan Charrasqueado cuando paseaba por Italia muy quitado de la pena. Actualmente está preso en una cárcel gringa, acusado de delincuencia organizada.
Ni qué decir de Eugenio Hernández Flores, “El Geño”. También entambado por delincuencia organizada y otras bonitas travesuras que hizo cuando fue gobernador.
Luego siguió Egidio Torre Cantú, “La Morsa”, quien sustituyó como candidato a su hermano Rodolfo.
Nunca hizo nada por investigar el crimen y se la llevó de a muertito, haciéndose cómplice de los asesinos de su hermano, pero además, fue un corruptazo, y al final de su sexenio tuvo que autoexiliarse de Tamaulipas para refugiarse en San Pedro Garza García, donde vive como potentado con el producto de los latrocinios al erario público tamaulipeco.
Y el actual está peor, porque no solo se le acusa de corrupción, de ser jefe de una red de complicidades para el lavado de dinero, sino también de delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita y delitos equiparables a defraudación fiscal.
Que yo recuerde, solo Nerón salió más mal parado cuando terminó su mandato, porque mandó quemar Roma solo para tomarse una selfie con las llamas de fondo, o Calígula, que hizo Senador a su hermano Isma…, perdón, a su caballo “Incitatus”.
En fin. Veremos y diremos. Por lo pronto nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “En caso de que observes afeitar el vello maxilar del individuo que habita cerca de tu morada, coloca la propia en solución acuosa”. (Si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar).