Por Pegaso
Cabeza de Vaca se despidió ayer con un video donde enfatizó aquel su estribillo de campaña que decía: “Ni me doblo ni me vendo”.
Asegura que las finanzas del Estado están sanas y que en el tema de seguridad estamos mejor que antes.
Fue su mensaje de despedida. Con sus palabras está aceptando tácitamente lo que ya se ve venir: El veredicto final del Tribunal Federal Electoral donde se da la razón al Gobernador electo, Américo Villarreal Anaya.
Siempre, desde que dejó el negocio de las chamoyadas, la característica principal de Cabeza de Vaca ha sido su retórica. Dice las cosas con tanta enjundia, que llega a convencer a la gente que lo escucha. Hace creíbles las mentiras, o las verdades a medias.
Usted escucha el mensaje de ayer y dice: “¡Pobrecito! Tantas cosas malas que le han hecho, siendo tan puro y virginal”.
Pero que lo compre quien no lo conozca.
Por ejemplo, niega que haya una persecución política por parte de él o su aparato de gobierno contra Américo Villarreal, y asegura por el contrario que el Gobierno Federal lo ha perseguido a él porque defendió el federalismo.
“Persecución la que a mí me hicieron”,-dijo.
Pero la misma medicina le pueden recetar a él, por ejemplo, la ex presidenta municipal de Reynosa, Maki Ortiz y su hijo, el actual alcalde, Carlos Peña y a muchos otros munícipes, diputados y líderes de los partidos de oposición que hay en Tamaulipas.
¿Qué si dejó las finanzas sanas? No lo creo. Deja un Estado fuertemente endeudado y prácticamente en la quiebra.
Debe miles y miles de millones de pesos a los contratistas, a los periodistas, a los hoteleros, quienes tienen demandas en su contra porque no les pagó lo que consumieron sus muchachitos GOPES cuando estuvieron hospedados ahí, a los maestros y a medio mundo.
En el video, también asoma su intención de buscar la candidatura de su partido, el PAN, para la Presidencia de la República en el 2024. O sea, que será una corcholata azul.
Yo no me imagino cómo será de Presidente de la República, siendo tan mal gobernante de Tamaulipas.
¿Ya dije que enfatizó su estribillo: “Ni me doblo ni me vendo?” ¡Pues nada! Se dobló ante los intereses de su partido y del grupo calderonista a que pertenece y traicionó la confianza de los tamaulipecos. Y se vendió, se vendió muy bien, porque sale forrado de billetes, junto con sus principales colaboradores, cuatachos y familiares.
Por supuesto, no dijo la otra frasecita: “¡De que me voy, me voy!”, porque esa se la están aplicando sus rivales políticos.
Yo, por lo pronto, ya no hablaré más en esta columna de ese siniestro sujeto de baja caterva moral, como dice un amigo columnista.
Se va y deja un Estado dividido y en ruinas, este personaje a quien se le han colgado entre muchos otros, los siguientes epítetos: artero, atravesado, bajo, bandido, cabezón, cábula, corrupto, maléfico, criminal, cruel, delincuente, fascineroso, fullero, gandalla, goberladrón, infame, ladino, ladrón, malhechor, maligno, malvado, malévolo, mañoso, mentiroso, necio, pandillero, pérfido, pernicioso, perverso, protervo, ruin, siniestro, taimado, tramposo, venal, vil.
Termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso, cortesía de José Alfredo Jiménez: “¡Y tú que considerabas que eras el monarca del orbe completo!” (¡Y tú que te creías el rey de todo el mundo!)