José Ángel Solorio Martínez
La recuperación de la COMAPAs y los órganos de gobierno del Congreso, son buenas noticias para el real arribo de la IV T a Tamaulipas. Abre, ese nuevo escenario, amigables posibilidades para el desplazamiento de todo legado enquistado en el aparato de gobierno estatal, del ex gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
Ha sido lento el proceso. Algunas veces, por la pausada respuesta de la administración estatal; otras, por el complejo tejido institucional que construyó el Ejecutivo estatal, que anda huyendo de la justicia federal.
Falta desarticular, la urdimbre cabecista en áreas tan sensibles de la administración como el súper Fiscal y todo el podrido sistema judicial, el cual fue diseñado para cuidar los derechos y los excesos de las élites locales y no para impartir Justicia para todos los tamaulipecos.
Algunos Magistrados y Jueces, aún hoy, no cumplen con los requisitos legales para el desempeño de su función. No sólo son injustos; son inmorales.
Al igual que la última hornada torcida de Notarios cabecistas, es inaplazable sanear al Poder judicial de Tamaulipas. Apremia, que los ciudadanos conozcamos quiénes son, y qué hacen los Magistrados y los Jueces; como dice AMLO: la vida pública, debe ser cada día más pública.
Los recientes éxitos de MORENA en el Congreso, generan confianza en la ciudadanía.
La tarea del gobierno de Américo Villarreal Anaya, no es sencilla y no dará frutos en el corto plazo. Esas instituciones pervertidas, reprodujeron sus prácticas en las mentalidades de quienes las manejan; empezar la limpia de arriba hacia abajo, llevará tiempo.
A ese desafío de barrer los entes públicos del cabecismo, se suman los retos que representan las autoridades emanadas del lopezobradorismo que confió en ellas y por causas diversas, gobiernan distanciadas de los principios de no mentir, no robar y no traicionar.
El ejemplo más nítido de esos gérmenes tóxicos, es el Ayuntamiento de Reynosa. Makyito Peña Ortiz y su madre, administran la ciudad a su deplorable modo. Incrementar los impuestos a los más desprotegidos, no está en las coordenadas de la IV T; utilizar a la Policía y al Tránsito para acopiar recursos cuyo destino es desconocido, tampoco es una sugerencia del lopezobradorismo como instrumento de gobierno.
Es decir: Villarreal Anaya, está a dos fuegos.
El gobernador, no sólo tiene que cabecear los obuses que le envía Cabeza de Vaca desde el extranjero; a la vez, sufre el cuestionamiento que acarrea decirse -como Makyito- gobernar para la IV T, y actuar como lo más podrido del PRI y del PAN.
En este tema, es donde el Comité Directivo Estatal de MORENA, se ve pequeño y anodino. Ha dejado prácticamente solo a Villarreal Anaya en la dura jornada de sanear la vida pública del estado.
No se ha escuchado una sola opinión de los dirigentes guindos, sobre la patética gobernanza de Makyito; y menos, mucho menos, la lideresa morenista, ha fijado su postura ante el tufo del cabecismo en varias instituciones que aparentemente están siendo conducidas por el lopezobradrismo en la región.
La administración villarrealista, sigue cargando la ausencia de una retórica en consonancia a la del presidente de la república. En tanto no se acuñe esa necesaria narrativa, la ciudadanía no podrá percibir las diferencias entre la IV T tamaulipeca y el gobierno ido de Cabeza de Vaca.
Contrastar, debatir y denunciar, son los recursos más eficaces del discurso AMLO; y por hoy, no se perciben en los dichos de AVA.
No todo es el combate por espacios de gobierno.
La batalla de las ideas, siempre debe acompañar al desplazamiento de lo viejo por lo nuevo.