Por Pegaso
Dicen que Alito Moreno exclamó: “¡A los periodistas no se les mata a balazos, papá; se les mata de hambre”, y con ello, se echó encima a toda la prensa del país.
Más rápido que volando, el bocazas dirigente nacional del PRI dijo que no había dicho lo que dijo, sino que fue un audio editado que le pegaron algunas palabras de acá y otras de acullá, hasta que lograron dar forma a la ahora famosa frase.
Dicha frase ha hecho quedar en el olvido a otras célebres expresiones, como aquella de “Comes y te vas”, autoría de Chete Fox, o la otra de: “Faltan dos minutos… bueno, menos, cinco minutos para llegar”, de Quique Peña Nieto, o la más reciente: “También a ellos los protegemos… son humanos”, del Peje ALMO, al referirse a la corretiza que les pusieron unos narcos a los heroicos soldados del Ejército Mexicano.
Desgraciadamente para la grey periodística, Alito tiene toda la razón adentro.
Es decir, muchos compañeros picateclas han caído abatidos por las balas, asesinados por gobernadores, caciques y narcotraficantes, pero también hay otra forma de mandarnos al otro mundo: Cortar el presupuesto que se destina por ley al rubro de comunicación social.
Esto ocurre así porque sigue siendo un recurso que se maneja de manera discrecional, en lugar de blindarlo con algún artículo, párrafo o apartado constitucional.
Siempre se ha dicho que los periodistas nos morimos de una hartada o de hambre. Hartada, porque cuando hay eventos donde abunda la comida, se aprovecha para llenar la barriga, porque no siempre va a haber esa facilidad.
Y de hambre, por las raquíticas percepciones que apenas alcanzan a las de un asalariado.
Ya lo dijo una vez la presidenta local del PRI, Olga Garza, cuando ofreció unos modestos bocadillos consistentes en lonches y chescos. Que éramos unos hambreados.
Nosotros no contamos con un sueldo base suficiente para atender las necesidades básicas de nuestras familias y además, para sufragar los gastos diarios que tenemos en el ejercicio de nuestra profesión.
Ya casi no hay empresas editoriales, de radio o televisión que paguen un salario digno, porque hasta El Mañana, Televisa, Tele Azteca y Multimedios han tenido que prescindir de los servicios de muchos comunicólogos.
Por lo tanto, hemos tenido que rascarnos con nuestras propias uñas y eso implica mantener contratos publicitarios con dependencias públicas.
Solo que eso no es nada seguro. Por eso mencioné la necesidad de hacerlo constitucional.
Y si no tenemos un ingreso seguro y digno, muchas veces nos vemos apremiados por las necesidades económicas.
Aunque para ser justos, hay compañeritos que se mueven como pez en el agua, porque saben venderse bien, obteniendo pingües ganancias.
Pero volviendo al tema de Alito, no me cabe la menor duda que sí dijo lo que dijo, y que su error fue haberse puesto de pechito para que lo grabaran.
Él sugería que aquellos periodistas que están en contra de su proyecto político y el de sus aliados, se les corte la llave del presupuesto para que dejen de percibir una retribución económica a su trabajo.
Y con el uso faccioso y político del presupuesto, está cayendo en un delito que se persigue de oficio, en un delito electoral, porque lo dijo en el contexto de las actuales campañas políticas.
Por eso yo le quiero decir lo siguiente: Alito, la cagaste. No te la vas a acabar con la prensa.
Si alguien es su cuate, por favor pásele esta columna para que sepa cuál fue el inicio de su caída.
Va el refrán estilo Pegaso: “¡Haz extraído, comprobante de pasajero, bovino añoso!” (¡Ya sacaste boleto, güey!)