#Historiareal.- Faltaban algunas horas para que Jorge Cárdenas – presidente Municipal – arribara a las instalaciones de la Feria de la Cosecha para inaugurarla y así, oficialmente dar paso a la diversión; una diversión sana, alegre, divertida y muy colorida…. muy diferente a la de éstos años, ¡y ni quien me lo desniegue!.
En esos años, la bien llamada fiestas del pueblo o la auténtica feria de la cosecha, estaba instalada a la salida de la ciudad lado poniente, casi frente al CONALEP; era el lugar ideal para ese tipo de eventos porque tenía varios accesos y amplios lugares para el estacionamiento.
Pues bien…..
Ése día, a pesar de que apenas pasaban de las 6 de la tarde, el sol era quemante y todos y cada uno de los que hacían posible el buen funcionamiento de la Feria, estaban ocupados en sus quehaceres correspondientes; uno de ellos era Don Trini – uno de los actores principales de esta narración – Trini era un agente de tránsito Municipal – de esos tipos que por su tosco rostro y por su corpulenta figura, infundían respeto – pero que sin embargo, ya en diálogo con él era un tipo bonachón, muy serio eso sí, pero amigo de los amigos.
El caso es que ese día, el jefe de tránsito asignó a Don Trini para que junto a otros pusieran orden en la circulación allá en la muy concurrida Feria: A Don Trini le tocó estar en la puerta de acceso al estacionamiento de la Feria, es decir, para las personas invitadas y por supuesto, para el presidente y toda su bola de séquitos que nada más sirven para estorbar.
La enorme figura de Don Trini apostada a mitad del portón, no permitió que una camioneta de lujo y de reciente modelo se introdujera de manera violenta al estacionamiento porque simple y sencillamente no traía visible su invitación, por lo que de manera brusca, su conductor detuvo la marcha; hasta ese momento, Don Trin no sabía de quien se trataba, pero igual, cumpliendo con su deber y golpeando el cofre de la unidad le dijo; ¡hey….por aquí no puede pasar usted y menos en esa forma¡
¡Haber hijo de la chingada….hazte a un lado si no quieres que te lleve de corbata!.
Dicho eso y al ver que el agente vial no respondía a su llamado, el tipo descendió del vehículo como impulsado por un resorte y al momento todos los presentes incluyendo por supuesto al tránsito Municipal, se dieron cuenta que el molesto conductor era nada más y nada menos que Don Lupe González, el popular ‘’chinaco’’, quien en esos tiempos era muy ‘’respetado’’ por su violenta manera de actuar.
A Don Trini, esa acción de Don Lupe le dio mala espina y como relámpago se puso en guardia…..retrocedió unos pasos hacia atrás y tocando la funda de su escuadra le grito: ¡Mira Lupe, a mí no me espantas con esas mamadas, es mejor que te vayas, no se te vaya aparecer el diablo !
En ese tiempo a Lupe no había quien le hiciera cancones o que le faltara al respeto, por lo que también hizo el clásico ademán de que traía con que querer al tipo que no le permitía la entrada al estacionamiento, es decir, se tocó el lado derecho de su cintura como dejando entrever que traía con que responder.
Por supuesto, Don Trini no lo pensó dos veces y bajo la sospecha de que Lupe sacaría su pistola, se puso en posición, sacó su arma y disparó casi a quemarropa…..cabe decir que ningún tiro falló el agente vial; los seis disparos que hizo se le alojaron al rival en el abultado vientre.
Con los ojos muy abiertos y con un rictus de dolor, Don Lupe se recargo a su camioneta para no caer, pero los seis disparos finalmente lo vencieron y cayó cuan grande era. De ahí, al Chinaco lo levantaron particulares y lo trasladaron sin pérdida de tiempo a una clínica de Mc Allen, logrando salvarle la vida….Todo mundo creyó que al reponerse, Lupe González iba a cobrar venganza – incluso Don Trini – quien luego de eso pidió su cambio a otra ciudad para evitar precisamente un posible encuentro con él, sin embargo, ¡Ho sorpresa! , dicen los que vieron, que años después Don Lupe se encontró a quien le metió seis plomazos en la panza, pero que lejos de lo que todos creían y suponían porque conocían al viejón del 6 de Enero, éste bajo de su camioneta y de la manera más atenta lo saludo, claro que Don Trini, serio y educado como era, le respondió de igual manera.
A partir de ahí, increiblemente el Chinaco fue otra persona. Fin.