El caos reynosense
José Ángel Solorio Martínez
El desaseado manejo del proceso con el cual MORENA resolvió la candidatura a la alcaldía de Reynosa, Tamaulipas, fragmentó la estructura política guinda en la ciudad generando una debilidad estructural de la IV T en la localidad. El delegado del CEN, Mario Llergo cayó rendido ante el olor de los billetes verdes y construyó un laberinto de factores de poder, en donde cada quien trabaja para su santo en su intento por resultar triunfador el 2 de junio.
El inicio de las campañas a diputados y alcalde, se dejó ver la atomización de los aspirantes morenistas: Makyito por un lado; sus adversarios dentro del partido, por el otro.
¿Y la operación cicatriz de Llergo?
Ni sus luces.
Solo y su alma, sin sus antaño aliados, el alcalde Peña Ortiz va por su reelección sin el soporte de los candidatos a diputados.
De la misma manera: los diputados locales van por su reelección, sin el apoyo del candidato a presidente municipal.
La marca –MORENA– sacará sin problemas a algunos de los candidatos; el PAN, es apenas un remedo de lo que fue en Reynosa. Por sí mismo, está complicado que gane la alcaldía y la mayoría de las diputaciones. El problema aflora, bajo una circunstancia: el candidato a alcalde, es quien remolca –y financia lo grueso de la campaña– de los contendientes por las diputaciones.
Por una razón de peso: de todos los suspirantes, el único que tiene recursos materiales, logísticos, es el contendiente por la alcaldía.
Más claro: ¿de dónde sacarán los encorajinados legisladores buscadores de la repetición, fondos para campañas que podrían convertirse en altamente competitivas?
Igualmente: ¿cómo recuperaría Makyito la quita de fuelle electoral que le podrían aportar los aspirantes a parlamentarios?
Se podría decir: el bebé de Maky, no necesita apoyos, es autosuficiente. Al parecer sí lo es; sólo que, en política por razones prácticas de suma y resta, un voto en contra, significan dos a la hora del escrutinio: pierdes un voto que, para tu rival, es una papeleta a su favor.
En ese carro, va la candidata al senado por el Partido Verde, Maky Ortiz. No se ve, cómo puedan sumarse a su proyecto los candidatos a diputados que la perciben como una adversaria y arribista en las filas de MORENA.
¿Se volcará, como en el pasado, masivamente la ciudadanía a favor de la Makyiavélica?
Bajo aquel escenario, hay que dudarlo.
En tales circunstancias, se puede prever la caída de la votación –todavía es impredecible su cuantía-– de los Makyiavélicos. Tanto para la alcaldía como para la senaduría.
¿Y Eugenio Hernández Flores, que pitos toca en esa farsa?
Está a dos fuegos: hostigado por la petición de extradición del gobierno norteamericano por delitos de pesos y centavos y golpeado –sin deberla ni temerla– por los diferendos de Maky con la mayoría de la clase política reynosense.
En efecto: Geño, estaría en una incómoda situación: sólo puede defender a su compañera de fórmula, por razones estratégicas –presume que le aportará 100 mil votos a su candidatura– en tanto que esa actitud, le acarrea miradas de censura de sus potenciales aliados que han sido vapuleados por la Makyiavélica.
En concreto: Hernández Flores perderá, más por lo menos en Reynosa.
Más claro: el ex gobernador priista, está saliendo debilitado con el reacomodo de fuerzas en esa ciudad fronteriza. Y no es cualquier cosa: se le escurrirán miles de votos, que son vitales para una senaduría que complicaría a los sabuesos estadounidenses, llevarlo ante los jueces.
La comandante en jefe de los Makyiavélicos, nunca ha mostrado principios políticos éticos; bajo esa premisa, es muy probable que se tire a la hamaca, toda vez que ya está amarrada en la senaduría.
¿Para qué llevarle votos a quiénes, desean destruir al hijazo de su vidaza?
Los asesores de Geño, ya deberían estar investigando con cuáles países del mundo, –capitalista y socialista– México no tiene convenios de extradición.