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por Joel Cárdenas

Los desafíos de Sheinbaum, ante la continuidad

José Ángel Solorio Martínez

Si como apuntan, la totalidad de las encuestas referentes a la lucha por la presidencia de la república, #esClaudia, Sheinbaum Pardo, tendrá grandes responsabilidades. Algunas de ellas, para profundizar las políticas de la IV T; otras, para galvanizarla.

¿En qué tuvo AMLO, obstáculos para cumplir sus compromisos?

1.- En la cosa de la seguridad. No logró tomar a plenitud, el control del aparato policiaco militar que enfrenta -algunas veces con simulaciones- a las bandas de malhechores que actúan en todo el país. Buena parte de ese corporativo -humano, de inteligencia, y de logística-, sigue bajo el dominio de cuadros heredados por el gobierno de Felipe Calderón.

Los poderes fácticos, son poderosos en razón de que, en su entraña, se mueven diversos actores de instituciones policiales -principalmente norteamericanas-, bajo diversas razones -seguridad de su país, acopio de financiamiento para proyectos a aplicar en diversos países y recolección de información como instrumento de presión a las instituciones mexicanas- y la red que combate la inseguridad no ha podido ser saneada en tan poco tiempo: los seis años de López Obrador.

Es ese, el reto prioritario de la candidata de MORENA en el futuro inmediato.

Y por razones estratégicas, para la campaña que viene, debe ir articulando en su plan de gobierno.

La fórmula de AMLO, para enfrentar el desafío de la violencia, sin duda, es el mejor a largo plazo. Las fuerzas productivas y la sociedad mexicana en general, espera ver frutos de esas políticas, en chinga -o sea: más rápido que inmediatamente-.

Es ese el principal reto de Sheinbaum: mejorar lo hecho por López Obrador, y mejorar en tiempo y forma sus resultados.

2.- Otra asignatura trunca del aparato de gobierno del tabasqueño, es la Cultura. La titular de esa dependencia, resultó muy menor para la responsabilidad que le endilgaron. No trazó ni un bosquejo de una política cultural de Estado. No comprendió su labor el papel estatal, para creación, la circulación y el consumo de los bienes culturales del presente y del pasado.

Hay una enorme, gigantesca deuda, de la IV T con los creadores y los promotores culturales del país. Ni se les tomó en cuenta, ni mucho menos se les convocó a ser activos de la ola cultural que debió impulsar el lopezobradorismo en México y en las entidades.

Esa debilidad de la Secretaría de Cultura, encabezada por Alejandra Frausto, ha generado una parálisis en la tarea sobre el asunto de la Cultura en las entidades: la mayoría de los gobernadores, son un desastre en esa asignación vital para el desarrollo humano y espiritual de los mexicanos.

El programa de Frausto, se ha centrado en festejos y conmemoraciones como aniversarios de artistas e intelectuales y fechas luctuosas de personalidades de la Cultura y las Artes. No ha sido capaz, de integrarse o menos de interactuar con la fraternidad de intelectuales y creadores. Es más: existen quejas, de su desdén por esas personalidades.

Los eventos artísticos y culturales de gran potencia, están siendo organizados y promovidos por agrupaciones no gubernamentales o universidades públicas y privadas. Un ejemplo de ello, son las exitosas Ferias del Libro que se despliegan en Guadalajara, la CDMX y otros estados de la república.

En esos concurridos actos, la secretaria Frausto, sólo asiste como espectadora y firmante de convocatorias.

3.- Echar a andar, una necesaria campaña contra la corrupción y el dispendio nacionales. López Obrador, muchas veces se vio impedido para llevar al banquillo de los acusados a decenas de gobernadores ladrones y alcaldes pillos por la gobernabilidad de la Nación.

Gobernadores, alcaldes, senadores y diputados de MORENA, se mueven con los mismos vicios del pasado: ganan más que el presidente; utilizan grupos de escoltas y camionetas blindadas y perciben compensaciones que son un agravio para las mayorías.

Hacer ese compromiso y sobre todo cumplirlo de inmediato, blindará el futuro inmediato de la IV T.

La continuidad política, sólo es una virtud, si se sustenta en principios funcionales, éticos y humanísticos.

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