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La Comuna

por Joel Cárdenas

El libro de texto y la comunidad académica

José Ángel Solorio Martínez

La senadora tamaulipeca de MORENA, Guadalupe Covarrubias Cervantes, es profesora jubilada. (Se desconoce en qué lugar estuvo adscrita como docente; sólo se sabe que es retirada). No ha dicho esta boca es mía en el toral tema para el país, de los Libros de Texto Gratuito (LTG).

Nada.

Ningún aporte de su largo -se presume que duró años en el servicio áulico- trayecto en los asuntos de la didáctica y la pedagogía.

Igual en su trayectoria -va para seis años- por el Senado de la república: mutismo y nulidad.

Eso sí: se le ve pasear muy oronda, en todo evento político que ocurre en el estado; actos de su partido; reuniones de candidatos o precandidatos -corcholatas-: se pronunció a favor de Marcelo Ebrard; encuentros con el Ejecutivo estatal y decenas de etcéteras.

Sobre el debate del LTG, ni sus luces.

Estuvo en el cónclave del profesor Arnulfo Rodríguez Treviño -hace unos días en la capital- con los educadores del estado, y pasó como una anónima profesora.

Es decir: nomás lo que es.

El otro senador tamaulipeco, José Ramón Gómez Leal, anda oliéndole el pedo a su padrino, Adán Augusto López por todo el país. Su labor como senador, más relevante ha sido echar a perder una boleta de las votaciones de la Cámara alta y pedir otra nueva en público y de la gente.

“Que oso”, diría el Guajo.

Ese hecho, hizo creer en la leyenda urbana que circula en Reynosa -su tierra de residencia-: no sabe leer, ni escribir español.

Esos representantes de los ciudadanos de Tamaulipas, ante la república, ni se han interesado en el tema de los libros de texto, y menos le han puesto atención a la áspera lucha cultural entre la derecha facinerosa y la izquierda gobernante.

Es muy probable, que este par de senadores, conozcan más sobre el tema de la película de Barbie o del personaje que ganó el show de Televisa, que la candente batalla que libra el presidente, Andrés Manuel López Obrador, contra los conservadores y sus líderes de opinión para garantizar la Educación Pública, como un deber del Estado mexicano.

¿Qué hicimos los tamaulipecos, para que nos los sirvieran en bandeja de oropel?

Si usted, cree que el desastre político-cultural se circunscribe a nuestros senadores, está equivocado.

Hay peores.

Los diputados federales, andan igual de perdidos que los senadores. El más protagónico, Erasmo González, utiliza toda su energía y representación para buscar la candidatura a la alcaldía de ciudad Madero. Vía los dineros que hizo llegar al CEN de MORENA, directo de las alforjas de los hermanos Carmona, este distinguido maderense logró sin problemas su reelección como parlamentario.

Es muy probable, que no haya dejado del todo su vocación priista -colaboró con varias administraciones municipales tricolores- y le impida opinar sobre temas -el LTG- que involucran al pensamiento de izquierda. En el 2012, calificaba a AMLO como un peligro para México. Meses después, festinaba el fraude electoral con el cual le robaron la presidencia al tabasqueño.

¿Y el LTG?

No es asunto de Erasmo.

Va por el presupuesto de la urbe petrolera.

Tenemos otros diputados federales, que son tan pequeños, tan inocuos, que la opinión pública ni en el mundo los hace.

(Sobre todo, los que suplieron a Héctor Villegas, Tomás Gloria y Adriana Lozano).

Esos entes parasitarios, están dejando todo el peso de esa enorme contienda cultural, a AMLO y a la comunidad académica.

Será formidable, ver a ese fabuloso mundo -creador de conocimiento nuevo-, en esa guerra cultural que a todos atañe.

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